1Poner la harina, la sal, el azúcar y la levadura en un bol, desmenuzando todo con la yema de los dedos.

2Añadir entonces poco a poco el agua que deberá de estar templada, a unos 30°C, no más caliente, para que no matemos la levadura.

3Con ayuda de una varilla o de una cuchara, vamos incorporando el agua hasta que absorba toda, intentando que no se formen grumos.

4Cubrimos el bol con un trapo y lo dejamos reposar una media hora en un sitio templado.

5Veremos que la masa fermenta y hace burbujas.

6Pelamos las cigalas, con cuidado de no romper las colas, reservando las cabezas para otros usos posteriores.

7Al separar la cabeza de la cola, intentar eliminar con ella el intestino oscuro que atraviesa la cola. Las sazonamos.

8Cogidas de la cola, las sumergimos en la masa de tempura, de una en una, rápidamente y sin soltarlas, y de ahí al aceite caliente, en una sartén, para freírlas.

9Hacemos lo mismo con todas y una vez bien escurridas, las comemos bien crujientes.

10Las podemos acompañar, untándolas, con una salsa romesco o un all-i-oli.