1Eliminar el pedúnculo de los tomates y con mucha precaución, ayudándonos de un cuchillo afilado, pelarlos de manera que sólo nos quede el fruto y su pulpa roja.

2La peladura del tomate, la desechamos.

3El tomate pelado en ensalada, sabe mucho más rico, aunque tenga un poco más de trabajo que el trocearlo, sin más.

4Cortarlos en dos, apoyar su parte plana contra la tabla de la mesa y cortarlos en gruesas rodajas.

5Disponerlas en un plato o fuente. Salarlas.

6Cortamos también en lonchas el hígado de bacalao en aceite.

7Desperdigarlas por la superficie de los tomates y aliñar la ensalada con el vinagre de sidra y el aceite de oliva virgen.