1Limpiar el pollo y flamearlo durante pocos minutos.

2Lavarlo por dentro y por fuera y abrirlo longitudinalmente, como si se tratase de un libro.

3Aplastarlo con las manos para que los huesos adopten su mejor posición, evitando así que se rompan.

4Poner en un plato el aceite de oliva, media cucharada escasa de sal y pimienta. Remover todo con un tenedor.

5Untar esta salsa por toda la superficie del pollo con la ayuda de un pincel pequeño.

6Ponerlo en una fuente para el horno untada con aceite y añadir algunos ramilletes de romero. Dejarlo cocer una hora.

7A media elaboración regarlo con el vino blanco que lentamente se irá evaporando al tiempo que da sabor al pollo.

8Conviene tapar la fuente con alguna tapa poniendo sobre ella algún peso para que el pollo permanezca extendido.