1Poner en la mesa, en forma de corona, 500 gr de harina, en el medio 150 gr de manteca, una taza de agua fría, una pizca de sal y formar una masa que no sea muy blanda ni muy consistente, se alisa y se deja descansar unos minutos.

2Luego se la estira, dejándola del espesor de un dedo, se la unta con 50 gr de manteca blanda, se la espolvorea con harina y se la dobla por la mitad.

3Untarla nuevamente con manteca y doblarla en cuatro, estirarla bien con el rodillo y cortar tiras de 6 cm. De ancho y bien finas.

4Se corta formando cuadrados, se les pone un poco de dulce de membrillo deshecho en el centro, se humedecen los bordes de la masa con agua, se tapa con otro cuadrado y se forman los pasteles.

5Se fríen en aceite tibio al principio y bien caliente después, por lo que habrá que contar con dos recipientes a dichas distintas temperaturas.

6Mientras se frien, bañarlas frecuentemente de aceite con una cuchara.

7Preparar un almíbar, poniendo en una cacerola el azúcar, cubriéndola con agua, agregarle la vainilla y dejar hervir unos minutos.

8Pasar por este almíbar los pastelitos (hay que dejarles dar un hervor en este almíbar).

9El dulce de membrillo se deshace sobre el fuego, agregándole, en una cacerola, a los 400 gr. De dulce de membrillo, 1/2 taza de agua caliente y deshaciendo con un tenedor.

10Se sirven fríos o calientes.