1En una sartén añadimos el aceite y los dientes de ajo laminados, arrimando a fuego muy suave.

2Dejamos que los ajos se vayan haciendo muy despacito e impregnen de sabor el aceite.

3Pasados unos 10 minutos, subimos la intensidad del fuego y dejamos que los ajos se doren ligeramente.

4Entonces añadimos la pasta recién cocida y escurrida y la salteamos, para que se le infiltre el sabor del ajo y el aceite.

5Espolvoreamos el perejil y los introducimos en una fuente de horno, rociándolos con la nata.

6Los espolvoreamos con abundante queso rallado y los gratinamos hasta que formen en la superficie una costra dorada y apetitosa. Servimos.