1Abra y desvene los chiles, tostándolos en un comal caliente hasta que el interior de los mismos se torne de color café opaco, cuidando que no se quemen.

2Póngalos a remojar en agua caliente unos 15 minutos.

3Muela los chiles en la licuadora añadiendo los ajos y la sal hasta formar una salsa tersa.

4Bata ligeramente los huevos y revuélvalos con la salsa.

5Caliente suficiente manteca para cubrir el fondo de un sartén pequeño.

6Antes de empezar a freír asegúrese de que el aceite tenga una temperatura media; si está muy caliente y humeante la salsa de chile se quemará.

7Sumerja de una en una las tortillas en la salsa de chile de manera que se cubran con una capa gruesa y fríalas 10 segundos de cada lado.

8Usando pinzas y pala de cocina, levante con cuidado la tortilla del aceite y escúrrala sobre toallas de papel absorbente.

9La salsa de chile y huevo deberá verse dispareja y rugosa; para finalizar ponga una porción de queso sobre la tortilla y dóblela.

10El queso deberá empezar a derretirse con el mismo calor, continúe con el resto trabajando los más rápido posible, ya que el secreto está en colocarles el queso recién salidas de la manteca caliente.

11Se sirven de inmediato y no obstante que tradicionalmente se sirven solas, puede acompañarlas con una ensalada de jitomate, cebolla y lechuga como guarnición o bien frijoles refritos.

12Se fríe el chorizo con las papas en poco aceite o manteca, los chiles se licuan con el ajo y la canela, sazonando con sal.

13La salsa resultante se pone a hervir, pero procurando que no quede muy espesa.

14En aceite caliente pase las tortillas, dorándolas muy ligeramente y se rellenan con el queso y cebolla doblándolas en dos o enrollándolas.

15Se acomodan en un platón y se bañan con la salsa caliente; encima vierta el chorizo con papas y rocié con crema.

16Al servir si lo desea, colóquelas sobre una cama de hojas de lechuga orejona.