1Cogemos las pechugas por el lado de la grasa y les marcamos con un cuchillo afilado un enrejado sin llegar a la carne.

2Así facilitaremos que se deshaga más fácilmente en la sartén.

3Colocamos una sartén al fuego muy leve con los dientes de ajo y las pechugas puestas por el lado de la grasa.

4Dejamos que muy despacito, se vaya derritiendo y conforme vemos que la sartén va conteniendo esa grasa, la vamos tirando y dejando las pechugas solas y secas, sin grasa, para seguir con la operación.

5Derritiendo así la grasa, sin dar la vuelta al magret, estaremos unos 20 minutos, empezando pausado y subiendo ligera y moderadamente el fuego, pero sin que humee en absoluto en ningún momento.

6En el instante que veamos que la capa de grasa que queda en la pechuga es mínima, se ha derretido toda y está tostada, podemos dar la vuelta a la pechuga y dejar que se haga por ese otro lado unos 30 segundos, justo para que coja un ligero color y pierda la sensación de crudo.

7El magret habrá mermado ligeramente de tamaño, quedando más pequeño.

8Los dejamos sobre un plato o una tabla y los cubrimos con un plato unos 3 minutos, para que el jugo que quede en su interior se reparta uniformemente por toda la pieza.

9Veremos que al cortarla el jugo que soltará será mínimo, por el perfecto asado y reposo y por haber cocinado los pedazos de carne sin sal. ¡Los sazonaremos una vez hechos en el plato!.

10Acompañamos el magret con los higos salteados de esta forma.

11Una vez lavados, les retiramos el tallo duro superior.

12Colocamos una sartén al fuego y caramelizamos el azúcar, añadiendo la nuez de mantequilla en el momento que veamos que el caramelo oscurece.

13Volcamos rápidamente los higos, dando unas vueltas rápidas a fuego fuerte, hasta que veamos que la fruta adquiere un color dorado y permanece aún tersa, sin deshacerse.

14Será cuestión de unos 2 minutos a fuego.

15Retiramos la fruta y la servimos con la pechuga de pato asada.