1Limpia los mejillones raspando bien las valvas y quitando las fibras que asoman con un tirón seco y firme. Cuando termines de limpiarlos, lávalos bien con un chorro de agua fría. Después, introdúcelos en una cazuela con dos vasos de agua y sal.

2Cuécelos a fuego vivo hasta que se abran. Después, sácalos con cuidado y cuela el caldo de su cocción.

3Una vez cocidos, separa los mejillones de sus valvas. Evita que éstos se rompan y comprueba que no tienen nada adherido. Colócalos en una fuente cuadrada de paredes altas.

4Disuelve el sobre de la gelatina en polvo en el caldo de cocción de los mejillones que habías reservado. Utiliza siempre las cantidades exactas que te indiquen las instrucciones de la gelatina.

5Vierte esta mezcla sobre los mejillones con ayuda de una cuchara y deja que se cuaje bien en el frigorífico. Prepara el sofrito picando el pimiento verde, el rojo y la cebolla.

6Calienta aceite de oliva en una sartén, sofríe estas verduras sazonadas con sal durante 10 minutos y añádeles un poco de harina, removiendo rápidamente. Agrega el caldo de la cocción y la leche.

7Cuece esta salsa blanca sin dejar de remover a fuego medio durante 20 minutos y cubre las valvas de los mejillones con la bechamel que acabas de obtener. Corta la gelatina en cuadrados, de manera que todos tengan algún mejillón. Colócalos encima de cada valva y cúbrelos con la bechamel que te sobre.

8Finalmente, gratínalos en el horno y estarán listos para servir.