1En una cazuela amplia añadimos el aceite, los dientes de ajo, una pizca de sal y la cebolleta, arrimando a fuego muy suave.

2Dejamos que la verdura se vaya haciendo muy despacito por espacio de 20 minutos.

3Pasados, subimos la intensidad del fuego y añadimos la carne picada dejando que se haga por espacio de unos 20 minutos, sin dejar de mover con una cuchara de palo, para que no se apelmace y quede bien suelta.

4La sazonamos y añadimos la salsa de tomate, dejando reducir, para que la carne se torne melosa y la salsa espese. Añadimos el perejil y reservamos.

5En una bandeja profunda que pueda ir al horno, colocamos una capa de bechamel y extendemos las láminas de pasta para lasaña.

6Cubrimos con parte de la carne guisada, volvemos a echar una capa de bechamel y espolvoreamos una gruesa capa de queso rallado.

7Hacemos esto por capas, hasta terminar con los ingredientes.

8Es importante que la pasta de lasaña esté siempre en contacto con la bechamel.

9Tenemos que terminar por capa de lasaña, cubrimos de bechamel y espolvoreamos con queso rallado.

10Metemos la bandeja al horno, tapada con papel de aluminio y horneamos a 200 º al menos 30 minutos.

11Los últimos 10, destapamos y dejamos que el queso se gratine para formar una costra dorada y apetitosa.

12Es importante todo este tiempo de cocción, para que las capas de lasaña se cuezan en el interior y queden tiernas.

13Usando pasta de este tipo nos evitamos el engorroso trabajo de tener que cocerla de antemano.