1Pasamos los langostinos por agua y los secamos.

2Colocamos una sartén grande al fuego y añadimos un buen chorretón de aceite de oliva.

3Dejamos que humee, a fuego vivo y en dos o tres veces, volviendo a añadir aceite cada vez, los salteamos con su cáscara y sus cabezas, de forma que queden bien tostados y dorados, al menos 2 minutos cada sartenada.

4Es mejor hacerlos en 2 ó 3 veces para que no queden recocidos, sino bien tostados.

5Una vez que los vamos a sacar del fuego los sazonamos alegremente y les añadimos una pizca de ajo picado, muy poco, justo para perfumar.

6También podemos espolvorearlos con perejil picado toscamente con una tijera.