RECETA
- 1 kg de espinacas frescas
- 5 dientes de ajo laminados
- 5 cucharadas de aceite de oliva
- Pimienta recién molida
- Sal
1Limpiamos las espinacas. Las sumergimos todas en una pila de agua fría, adicionada de unas gotas de lejía o de vinagre.
2Las removemos con las manos y las dejamos unos minutos a remojo para que las impurezas se precipiten al fondo.
3Las escurrimos cuidadosamente, eliminamos el agua y las volvemos a pasar todas por abundante agua fría, para terminar de limpiarlas bien.
4Les eliminamos el tallo duro y fibroso, agarrando las hojas y tirando del tallo, que se desprenderá en todo lo largo. Así todas.
5A las que sean muy pequeñas, como brotes, no hace falta que les retiremos el tallo, sólo a las duras.
6Ponemos en una cazuela amplia en la que quepan luego todas las espinacas, mientras estemos limpiando las espinacas, el aceite a fuego suave y añadimos los ajos.
7Dejamos que se cocine suavemente, sin dejar de mover, sin que coja color.
8Entonces subimos la intensidad del fuego y añadimos todas las espinacas crudas, dando vueltas sin cesar, cubriendo con una tapa.
9Dejamos que vayan mermando de volumen y cocinándose, reduciéndose el jugo que irán soltando. Así unos 15 minutos.
10Pasados, destapamos, añadimos unos granos de sal.
11Les añadimos una pizca de pimienta recién molida y nos las comemos, como verdura o como guarnición.