1Calentar el horno a 180º, seleccionando la opción que nos indique todas las paredes del mismo. Colocar sobre una bandeja de horno las costillas, añadiendo una pizca de sal, la rama de tomillo y los dientes de ajo. Barnizar las costillas con el aceite de oliva, e introducir en el horno durante aproximadamente una hora. Mantener la temperatura constante. Para evitar que la pieza quede seca es conveniente rociarla de vez en cuando los jugos del propio asado. Transcurrida media hora, se añade la miel diluida en el vino blanco, así como las patatas que ya estaban preparadas.

2Transcurrida la hora se comprueba el punto de las costillas: la carne debe estar lo suficientemente hecha como para que se desprenda fácilmente del hueso. Si el punto es correcto, realizar unos cortes entre los huesos y a la fuente de servir, junto con las patatas. Acompañar con el jugo que ha quedado en la bandeja (previamente colado).

3Sólo queda disfrutar del asado y apreciar el contraste entre el ligero dulzor de la miel y la jugosidad de la carne combinada con la grasa que tienen las costillas. Así es la cocina de Atea.