1Se amasa muy bien la harina con la manteca y el agua de anís hasta lograr una pasta suave y manejable.

2Se deja reposar durante una hora, se hacen unas bolitas y se van extendiendo sobre una mesa enharinada con un palote dándoles una forma redonda y ayudándose a extenderlas con los dedos.

3Se calienta el aceite y ahí se van dorando los buñuelos, se escurren sobre papel absorbente, se colocan en un platón, se les pone encima el requesón desbaratado y se bañan con la miel.