1En una cazuela amplia doramos los trozos de morcillo sazonados, por todas sus caras, con una pizca de aceite de oliva.

2Una vez tostados, los reservamos en un plato.

3En la misma cazuela, retirando el exceso de grasa, añadimos la cebolleta y los ajos, una pizca de sal y damos unas vueltas durante 15 minutos a fuego suave.

4Entonces añadimos el morcillo ya tostado con el jugo que haya podido soltar, damos unas vueltas e incorporamos la salsa de tomate, la pulpa de los choriceros y el caldo de remojo de los pimientos, cubriendo y dejando guisar a fuego muy suave durante al menos 2 horas.

5Si vemos que se queda seco, vamos añadiendo más agua de remojo de los choriceros, hasta que veamos que el guiso está tierno.

620 minutos antes de terminar el estofado, añadimos las patatas cascadas y una pizca de sal, dejando que hierva los últimos minutos muy despacito, para que las patatas no revienten y queden enteras.

7Será inevitable que algún pedazo se deshaga y de esa forma ligue aún más la salsa, que es de lo que se trata.

8La carne debe quedar tierna y con un salsa que empape los trozos.

9Podemos espolvorear una pizca de sal al final si vemos que le falta sazón.