1Licúo las lentejas en la batidora a muy alta revolución para que adquiera esa peculiar textura que proporciona la emulsión con el aire que recoge a esa velocidad.

2Paso ese puré por el chino con el fin de obtener una crema muy fina; incorporo la mostaza de Dijon y mezclo con la varilla (si es invierno y el plato apetece caliente, la mostaza la pongo al final, en las tazas).

3Debe quedar francamente fuerte: el protagonismo corresponde a la mostaza y no a las lentejas, que son un mero vehículo de su sabor (o del de otros aromatizantes intensos que también van muy bien: tomillo, romero, trufa...)

4Lo sirvo con cuidado en tazas de consomé en cuyo fondo puse previamente un poco de un buen aceite virgen extra y luego rocío el centro de cada taza con un chorro de nata líquida sobre la cual -para que destaque sobre su blancura- echo una pizca de pimienta verde.

5Ya en la mesa, cada cual ha de mezclar con su cuchara la crema, el aceite del fondo y la nata mancada de pimienta.

6Si gusta, se puede incorporar ya en las tazas, unos pequeñisimos picatostes muy bien fritos y aún calientes.